jueves, 18 de enero de 2007

Fragmento I

Todo comenzó hace muchísimos años, en una galaxia perdida entre los conjuntos no numerables de cúmulos de estrellas que inundan el mar cósmico. Nos encontramos en el planeta Tun, al oeste de la constelación de Lanos. Entre las pocas ciudades a destacar de este pequeño astro, hay una que sobresale sobre el resto por su prosperidad económica y cultural. Se trata de Ciudad Arco. En ella comienza la historia que se desarrolla a partir de aquí.
Son las 7 de la mañana en el barrio periférico Agûr Athul. Una pequeña camioneta se dirige hacia el centro. Se trata del agricultor Gitus Altros que acude al mercado de abastos para vender sus mercancías. Con el dinero que obtenga piensa comprar, además de provisiones, algunos regalos para su mujer y sus hijos. Hoy se celebra la festividad del dios Khun y extranjeros venidos de todos los rincones hacen que la ciudad esté mucha más bulliciosa que de costumbre. Después de aparcar su camioneta, el campesino se dirige a la parte trasera para recoger las cajas de hortalizas tardías y sacos de trigo que lleva. Tras abrir la puerta, observa que hay un montón de fardos amontonados en un lateral. Se extraña un poco porque juraría que aquello no estaba allí cuando cargó las cosas la noche anterior. De repente, se percata de que hay algo que se mueve entre ellos. Cuál es su sorpresa al descubrir que debajo de los mismos se encuentra su hijo menor, Viriath.
- Pero ¡qué haces ahí, pillín! ¡No quedo bien claro anoche que no podías venir! La ciudad es un sitio muy peligroso, más aún para los niños. Ahora mismo te llevo de vuelta a casa –le replica el padre-.
- No, papá. Por favor, déjame estar contigo aquí. Nunca había visto la ciudad antes y tenía mucha curiosidad. Castígame si quieres cuando volvamos a casa pero deja que me quede.
- Mocoso testarudo. Te salvas porque no tengo tiempo que perder. He de ubicarme en un buen lugar para vender los productos. Quédate a mi lado y no te despegues de mí.
- Gracias, padre.


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martes, 16 de enero de 2007

Fragmento II

El mercado se extiende en una enorme plaza cuadrada cuyas cuatro únicas entradas están colocadas según la orientación de los puntos cardinales. En ella el comercio abarca un gran surtido de posibilidades. Desde la venta de productos alimenticios, animales, ropa, calzado, herramientas y vehículos, hasta el tráfico de esclavos, drogas y armas. También hay mercenarios y piratas, gente prófuga que ofrece sus servicios. Gitus se ha colocado junto a un puesto de frutas. Los encargados del mismo parecen tener mucha prisa en colocarlo todo y andan como nerviosos de un lado a otro. Uno de ellos se acerca al campesino.
- Gitus, Gitus Altros. ¡Demonios! Sigues igual que siempre. ¿Qué negocios te traes ahora entre manos?
- Lo siento, pero en este momento no acabo de recordar quién eres. ¿De qué nos conocemos? – pregunta Gitus-.
- No te acuerdas de tu familia, malnacido. Soy yo, Fenerkain Dyut.
- Cuida tu lenguaje delante de mi hijo, Fen, por favor. Hace, por lo menos, diez años que no nos veíamos. ¿Cómo es que te has vuelto frutero? ¿La piratería ya no es un negocio rentable?
- Pues sí. Ya ves, en la actualidad trafico con melones y plátanos. La piratería no es lo que era. Así que éste es tu hijo. Veo que era cierta tu intención de abandonar el oficio para empezar una nueva vida. Lástima. Eras uno de mis mejores suboficiales.


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lunes, 15 de enero de 2007

Fragmento III

Fen se acerca al chico y acaricia su pelo. Muestra una sonrisa amable. En cambio, Gitus está serio y parece no sentirse muy contento con el encuentro con su viejo amigo. Aparta la mano de la cabeza del niño.
- Eso forma parte de un pasado que enterré y del que no quiero volver a hablar ni recordar. Pagué por mis delitos y me he vuelto una persona honrada. Ahora soy agricultor.
- Los que nacen piratas mueren siéndolo. Otra cosa es que no quieras reconocerlo. Si hubieses permanecido a mi lado, te habría ido mucho mejor y no habrías acabado siendo un simple campesino.
- Quizá si hubiese seguido a tu lado habría terminado con una soga al cuello o algo peor. Para mí, la deshonra hubiese sido seguir siendo pirata. Te pido que me dejes en paz y no vuelvas a inmiscuirte en mi vida.
- Como desees, pero por la amistad que nos une o que nos unió, te pido un favor. Aléjate de aquí. Vete a casa. Tómate la mañana libre.
- ¿Por qué me pides eso? He estado esperando durante todo el año a que llegara este día. Necesito el dinero para mi familia. No puedo complacerte –contestó Gitus-.
- Sé que eres una persona testaruda pero por el bien, no sólo tuyo, sino también de tu hijo, yo, en tu posición, me marcharía. Fuentes cercanas a mí, me han dicho que por este lugar, donde nos encontramos, pasará hoy el cortejo del Emperador y si no me han informado mal, va a ver altercados.


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