domingo, 29 de octubre de 2006

Fragmento XVI

- ¿A quién tengo el placer de dirigirme, forastero? –preguntó el tirano-.
- Mi nombre no importa, aunque quizás te consuele conocer el nombre de tu asesino –respondió el desconocido-.
- Ja,ja. En serio esperas matarme. ¿Tú? No lo creo. He luchado con gente más experimentada y nadie ha estado a mi altura. Bueno, habla de una vez, no tengo todo el día. He de finiquitar esta guerra hoy.
- Soy Viriath Altros. Vengo de más allá de los confines de la galaxia, al frente de una poderosa flota de ataque aliada. Partí, hace ya más de siete años, con la intención de reclutar y solicitar ayuda a los pueblos y razas que viven en esa parte de nuestro universo. Al principio se mostraron reacios a ayudarme. Con una tecnología mucho más desarrollada que la nuestra, no veían peligrar sus civilizaciones en caso de ataque y nos consideraban pueblos inferiores. Sin embargo, debido a tu creciente ambición y sed de expansión, al final accedieron a mi solicitud. Contempla el fin de tu flota porque va a ser una de las últimas cosas que veas con vida – concluyó Vir señalando con el dedo hacia la imagen exterior de la contienda.
Eran ciertas sus palabras. Las otrora numerosas tropas imperiales estaban siendo diezmadas por aquellas naves misteriosas que no cesaban de atacar y producir bajas considerables. Realmente la tecnología de éstas era superior a la suya. Sumus Taxus no podía dar crédito a lo que estaba viendo con sus propios ojos. Alterado por lo que estaba ocurriendo, ordenó a su tripulación emprender rumbo hacia su base más cercana mientras las restantes naves imperiales protegían su huida.
- Puede ser que esta batalla haya sido pérdida. Pero juro que volveré, con más tropas, con más dureza y severidad para mis enemigos. Ahora, acabemos esto que has empezado. – dijo el tirano-.
Sumus se despojó de su capa y tomó un sable láser. La figura del emperador no tenía nada que envidiar a la de Viriath. Un cuerpo de puro músculo, con unas espaldas anchas y fornidas.
- Luchemos al estilo clásico, solamente con sables láser. Así me demostrarás cuánto de habilidoso eres –sugirió esta vez-.
De esta manera se inició la lucha. Los sables se entrechocaban continuamente, saltando chispas eléctricas en todas direcciones. Los golpes de ambos contrarios parecían coordinarse en una especie de danza de combate que siempre acababa en la misma posición.


Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Spain License.

No hay comentarios: