miércoles, 15 de noviembre de 2006

Fragmento XII

De vuelta a la fragata, Fen intentó comprender los motivos que impulsaron a Vir a reaccionar de aquella manera.
- ¿Por qué te has ofrecido para hacer semejante locura? Esta guerra no tiene nada que ver contigo ni conmigo. Nosotros sólo somos meros espectadores que ofrecemos nuestros servicios a quién nos contrata. Hoy puede ser que estemos del lado rebelde, pero mañana quizá nos interese cambiarnos al otro -sugirió el capitán-.
- Fen, cuidado con tus palabras cuando estés en público. Hablas como un traidor. Si no fuera porque voy detrás de cada uno de tus pasos, pensaría que eres uno de los que no han vendido al enemigo. Nunca entendí los motivos que te impulsaron a mantener esa conducta. La mayoría de tus amigos, entre ellos mi padre, perecieron a manos de los ejércitos del emperador, tu patria ha sido reducida a cenizas y tus compatriotas vendidos como esclavos. Tu participación en las guerras de Îstarus tuvo que estar motivada por el afán lucrativo únicamente –concluyó el chico-. - ¡Qué sabrás tú! Si ni siquiera habías nacido –respondió enojado Fen-. Después de calmarse un poco, prosiguió con el diálogo.
- Perdona, Vir, que me haya puesto así. Me has hurgado justo en una herida que todavía no ha sanado. Mientras has hablado en la sala, no he dejado de observarte. Me has recordado a cómo yo fui en otra época, precisamente durante las guerras. Yo compartía los mismos ideales de libertad y justicia que hoy tú defiendes. Era un miembro destacado de la resistencia y participé de forma activa en la contienda. Hubo incluso momentos en que creí que conseguiríamos alzarnos con nuestro objetivo. Pero el final real no fue tan prometedor como el esperado, como ya sabes. Si duro fue perder a buenos amigos, más aún lo fue perder a la familia. Padres, hermanos e hijos fueron víctimas de la cruenta guerra. Sólo conseguí salvar a mi esposa, que nunca llegó a superar la depresión en que quedó consumida, muriendo años más tarde en el parto al nacer Qym. Aún hoy no estoy recuperado de todo el sufrimiento infringido. Odio tanto o más que tú a Sumus pero no estoy lo suficientemente loco como para volver a enfrentarme a él. Esta nave y mi hija son todo cuanto tengo y no me expondré a perderlo. Además, sabes que te quiero como a un hijo y no permitiré que te ocurra nada malo. Por eso te suplico que ceses en tu empeño y lo olvides para siempre.
- Fen, siempre te he honrado y respetado como a un padre. He procurado que estuvieras orgulloso de todo cuanto he hecho, siguiendo tus enseñanzas y consejos sin dilación. Sin embargo, siento que ha llegado el momento de partir, de tomar decisiones propias y de escoger cómo vivir mi vida. El recuerdo de la muerte de mi padre me ha acompañado de la mano en todos mis despertares y anocheceres. Yo también he sufrido en silencio. Durante todos estos años he buscado el modo de poder sentirme útil y pagar esa deuda contraída con los míos. Este es el momento. Me siento preparado y con la esperanza de que conseguiré mi propósito. La decisión está tomada. A pesar de la oposición del consejo, esta noche haré la mochila y me iré en una nave hacia los confines de la galaxia –dijo Vir-.
- Espera un momento, recapacita. No tienes ninguna deuda que pagar. Tú has sido tan víctima como lo fueron tus padres y hermanos. No te conviertas en tu propio verdugo. Nosotros somos tu familia. La única que tienes y que te protegerá siempre. No nos abandones. Qym se pondrá muy triste y yo no quiero tener otra herida sangrante en mi corazón.
- Gracias capitán. Sabes que yo también os aprecio y os quiero con toda mi alma. Nunca soportaría que os hiciesen el más mínimo daño, ni a ti ni Qym. Precisamente por eso me voy, para luchar por la libertad y acabar con la amenaza. Aunque es la decisión que más trabajo me ha costado tomar y sintiéndolo enormemente, me veo en la obligación de acatarla. Es mejor morir luchando que vivir sin hacer nada –sentenció Vir-.
- Veo que eres tan tozudo como tu padre. Tu voluntad es firme y la respeto. No sé cómo se lo tomara Qym. Imagino que muy mal.
- Fen, te pido un último favor. No le digas nada. Despídete por mí de ella mañana cuando se levante. No me veo con fuerzas para rechazar sus súplicas.
- De acuerdo, Vir. Será un golpe duro. Espero que con el tiempo lo supere.
Aquella misma noche, tras cenar e irse a dormir a su habitación, Viriath preparó la mochila con un poco de ropa y comida para unas cuantas semanas. También guardó un sable láser y una pistola. Más valía ser precavido porque desconocía los peligros a los que iba a enfrentarse. Pasada la media noche, bajó a la bodega de naves y se montó en su nave de asalto. Comprobó que los depósitos estaban llenos, se puso el cinturón y arrancó los motores. Accionó a distancia el control de apertura de la trampilla de salida y finalmente despegó poniendo rumbo a los confines de la galaxia. Desde entonces, no se volvió a saber nada de él.


Creative Commons License
This work is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Spain License.

No hay comentarios: