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jueves, 18 de enero de 2007
Fragmento I
martes, 16 de enero de 2007
Fragmento II
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lunes, 15 de enero de 2007
Fragmento III
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miércoles, 20 de diciembre de 2006
Fragmento IV
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jueves, 14 de diciembre de 2006
Fragmento V
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martes, 12 de diciembre de 2006
Fragmento VI
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jueves, 30 de noviembre de 2006
Fragmento VII
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martes, 28 de noviembre de 2006
Fragmento VIII
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jueves, 23 de noviembre de 2006
Fragmento IX
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martes, 21 de noviembre de 2006
Fragmento X
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viernes, 17 de noviembre de 2006
Fragmento XI
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miércoles, 15 de noviembre de 2006
Fragmento XII
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martes, 7 de noviembre de 2006
Fragmento XIII
- ¡Por qué se ha ido! ¡Cobarde! Si me lo hubieras dicho antes, habría sido capaz de convencerlo para que no hiciera semejante estupidez - gimoteó Qym-.
- Me temo que, precisamente, por eso no quiso que te enterases. En el fondo, creo que su amor por ti iba más allá de lo fraternal. Además, me dio también esta nota para ti – dijo el capitán-.
- Sí, yo también le amo, aunque nunca tuve el valor de confesarlo.
Metida pulcramente en un sobre, la nota contenía el siguiente mensaje:
“Qym, no temas por mí ni seas presa de la congoja. Me marcho, voluntariamente, sin coacción alguna, persiguiendo mi destino. Lo hago para tener una oportunidad de vivir libremente el mañana. Para poder estar juntos sin estar preocupados. Por nuestro mundo y por nosotros. Sé que tu padre cuidará de ti mucho mejor de lo que lo hubiera hecho yo mismo. Adiós, mi amor.”
- Estabas en lo cierto, papá. Nunca le perdonaré haberme hecho esto. ¡Nunca! – gritó Qym antes de romper a llorar desconsoladamente -.
Pasaron muchas primaveras y estíos desde la partida de Viriath. La situación en la galaxia era cada vez más complicada. El emperador Sumus Taxus había iniciado la guerra acosando las posiciones estratégicas descubiertas del movimiento rebelde. Poco a poco había ido tomando las bases y obligando a las células a emprender la huida. Ciudad tras ciudad, planeta tras planeta, ya no existía rincón que no estuviera bajo dominio imperial. Una auténtica reconquista en toda regla. Sin prisioneros, ejecutando a todos los que osasen desafiar su poder. La victoria del tirano estaba más cerca que nunca. Casi la podía acariciar con la yema de los dedos. Con su estrategia había conseguido arrinconar a toda la flota rebelde en el último planeta de la galaxia, Cûjq. La última batalla por librar era inmediata, sólo cuestión de horas. Por su parte, las tropas de Yth Gersbol se habían organizado en dos frentes. Sobre la superficie del planeta, contingentes de artillería pesada, infantería y tropas de asalto terrestres esperaban la llegada de las correspondientes divisiones enemigas. Sobre el cielo la flota de naves se disponía en tres líneas: primero, los veleros de contención rápida junto con cruceros cargados con misiles de perforación. En segunda línea los destructores de campo esférico junto con las fragatas de medio alcance. Por último, las fragatas de gran alcance y los acorazados con blindaje invisible. Antes de que se iniciase el combate, las tropas imperiales invitaron a sus oponentes a deponer las armas, prometiéndoles el perdón de sus vidas a cambio de la rendición. Sin embargo, todo era una estratagema del emperador para que la batalla no se prolongase con más pérdidas de las previstas. Los astutos rebeldes no aceptaron. Sabían de muy buena tinta cuánto de bondadoso era el tirano. Sin más dilación, comenzó la batalla. El primero en atacar fue el emperador. Sus naves de contención se aproximaron a la primera línea rebelde y en pocos instantes reaccionó esta última. Un cruce de disparos láser y de plasma iónico hacía que esa parte de la galaxia centelleara como si se estuviera produciendo el nacimiento de estrellas.

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jueves, 2 de noviembre de 2006
Fragmento XIV
La superioridad imperial acabó destrozando la primera línea y abriendo una brecha por la que penetraron destructores y acorazados imperiales. Ante esta situación, el general Laîcös decidió reorganizar el frente, adelantando a la segunda línea la flota pesada que se encontraba en la tercera. Un bloque compacto que sería la última y única barrera que detendría el ataque enemigo. Sin embargo esto no resultó ser una buena estrategia. El hábil emperador reorganizó también su flota de una manera brillante. En lugar de hacer avanzar un frente de profundidad continua hacia el contrario, colocó un grueso mayor en la parte izquierda de la línea de avance. De esta manera consiguió desbordar a los rebeldes por este punto y envolverlos. En pocas horas la flota de naves de Yth Gersbol quedó exterminada por completo. La victoria de Sumus ya estaba prácticamente consumida. Ahora sólo quedaba acabar con las tropas terrestres del enemigo, pero ello no supondría ningún problema. Desde la lejanía, el capitán Fenerkain Dyut observaba el desarrollo de los acontecimientos. Tras completar la aniquilación de la flota rebelde, ordenó a su tripulación alejarse de la zona poniendo rumbo al planeta Tun. En el momento en que se disponía a partir, vio a lo lejos como una gigantesca nube brillante se aproximaba al campo de batalla. Cuando ésta estaba a pocos kilométros de las tropas imperiales, la luz radiante se desvaneció y en su lugar apareció un enjambre de naves de morfología diversa, que no parecía corresponder a ningún pueblo o raza conocido hasta ahora. El emperador se vio obligado a frenar, por el momento, el ataque contra el planeta y recolocar su flota tal y como lo había hecho anteriormente. Antes de iniciar cualquier movimiento, intentó comunicarse con los recién llegados para conocer cuáles eran sus propósitos.
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martes, 31 de octubre de 2006
Fragmento XV
No recibió ninguna respuesta, tan sólo una advertencia. Hoy iba a ser el último de sus días. Tras esto, el tirano ordenó el ataque. Sin embargo, las misteriosas naves no luchaban en formación sino que se distribuían de una forma aleatoria, rodeando cada cierto número de ellas a un objetivo. Su maniobrabilidad era increíble. Lograban colarse entre las líneas enemigas y provocar el caos. Ello forzó un nuevo reagrupamiento alrededor de la nave nodriza desde donde comandaba Sumus. Pero esta nueva disposición esférica no dio buenos resultados. Ahora las naves misteriosas se agruparon en una única formación y atacaron una zona concreta del escudo esférico enemigo, consiguiendo abrir una brecha y penetrar dentro. Una de las naves se dirigió hacia la nave nodriza. El emperador mandó naves de asalto para que la interceptaran y no permitieran su acercamiento. Fue en vano, ya que la habilidosa nave se deshizo sin muchos problemas de ellas. La siguiente orden fue derribarla utilizando los cañones positrónicos de plasma. Cuál fue su sorpresa al descubrir que la nave estaba protegida por un campo de fuerza, que impedía cualquier tipo de agresión externa. Ya sólo quedaba como única defensa, antes de que accediera a la bodega de naves, el escudo protector. Pero también fue capaz de atravesarlo sin sufrir ningún daño. Finalmente la escurridiza nave se posó sobre la cubierta de la bodega. Tras apagar los motores, el desconocido piloto abrió la compuerta y salió de ella. Se trataba de un hombre joven, con barba, alto y fuerte. Vestía una coraza plateada que se ajustaba a su anatomía musculosa y una túnica carmesí. En el cinturón portaba un sable láser. Las tropas imperiales le cercaron y trataron de someterle. Sin embargo, con unos cuantos movimientos de su sable y la ayuda del mencionado campo de fuerza que le protegía, consiguió vencerles. Esto suscitó el interés del emperador por enfrentarse personalmente a tan digno rival. Así que ordenó a las restantes tropas que se apartaran del avezado luchador y dejaran que se acercase a él.
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domingo, 29 de octubre de 2006
Fragmento XVI
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martes, 24 de octubre de 2006
Fragmento XVII
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jueves, 19 de octubre de 2006
Fragmento XVIII
FIN
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